Un terreno vacío, donde todo está por hacer, puede generar tanta ansiedad como la que siente un pintor ante una tela en blanco. ¿Por dónde comenzar? Evita la tentación de empezar a actuar ya. Es cierto que ver el espacio que rodea la casa cubierto de tierra, cascotes y restos de obra resulta deprimente, pero ten en cuenta que, por muy duro que te sea no hacer nada, el primer paso, absolutamente imprescindible para hacer realidad un jardín, es observar y pensar.
PASO 1: OBSERVAR Y PENSAR CON CALMA
• Observa con atención tu parcela sin perder de vista todo lo que la rodea. Decide si hay cosas que no quieres que se vean desde tu jardín. Habrá perspectivas que quieras potenciar y otras que prefieras ocultar. Entre las vistas deseables, ten en cuenta sobre todo las que quieras disfrutar desde el jardín hacia el exterior y las que verás desde el interior de la casa hacia el jardín. Piensa que estas últimas las tendrás a lo largo de todo el año, incluso durante los meses en que no se sale al jardín. Respecto a las vistas a ocultar, se trata tanto de ver la manera de esconder las que no resultan agradables, como de preservar de las miradas ajenas tu jardín o parte de él si crees que es necesario.
• Observa la trayectoria del sol y la manera en que incide en los distintos puntos del jardín a lo largo del día y en todas las estaciones. Ten presente, por ejemplo, que las exposiciones al oeste o al norte son muy umbrías en invierno y, sin embargo, reciben un nivel de insolación muy alto durante el verano.
• Piensa en qué uso deseas darle a tu jardín. Puede utilizarse muchísimo y convertirse en una estancia más, el salón verde, de la casa, o concebirse sólo como una especie de decorado para disfrutar desde el interior o a lo sumo en el momento de entrar y salir de la casa. Si tu afición por la jardinería es importante, el uso que le puedes dar al jardín será diferente al de los dos casos anteriores.
PASO 2: TRAZAR UN PLANO
• Medir la parcela. Una vez que hayas observado bien, conozcas los pros y contras del terreno y tengas claro el uso que quieres darle al jardín, es el momento de trazar un plano a escala. Para ello, mide bien la parcela: se trata de una tarea sencilla, a menos que el solar presente desniveles o tenga ángulos complicados.
• Dibujar un plano. En el plano, lo primero es ubicar los accesos a la parcela, a la casa o a cualquier otra dependencia integrada en el terreno sobre el que vayas a trabajar. Tampoco debes olvidarte de señalar las ventanas que dan al jardín y las vistas hacia y desde el exterior que quieras evitar.
• Zonificar sobre el plano. Todo está listo ya para empezar la zonificación, quizá la fase del proyecto más determinante para el éxito del jardín. Señala los pasos obligados y los que más se utilizarán; determina la o las zonas de estar y por dónde se accederá a ellas desde la casa; decide dónde necesitas una pantalla que cree intimidad, o qué parte del jardín quieres destacar; dónde te gustaría tener sombra y cuál es el lugar ideal para la piscina o para tomar el sol. Si tienes niños pequeños, ubica la zona para sus juegos: deberá ser soleada, verse desde la casa y, a ser posible, estar alejada de la entrada.
• Llevar el plano a la parcela. Con el plano terminado, sal al terreno e intenta imaginarte la ubicación de cada zona para asegurarte de que es lo que quieres y te resultará cómodo.
PASO 3: ELEGIR UN ESTILO
• ¿Qué estilo te gustaría para tu jardín? Es el momento de pensar qué aire quieres darle a tu jardín, de identificar el estilo que refleje mejor tu personalidad, se adapte a tus gustos y sea coherente con la decoración de la casa. El estilo no solamente determina el aspecto general del jardín, sino también la forma de los espacios y el modo en que se relacionan unos con otros.
En general, los estilos modernos, muy adecuados para espacios pequeños, se caracterizan por el predominio de las líneas geométricas y la sencillez del diseño, con pocos elementos pero muy bien escogidos. Resultan muy funcionales y fáciles de mantener, y transmiten una sensación de orden que invita al reposo. Sin embargo, para algunas personas pueden resultar un poco fríos.
Los estilos rústicos suelen presentar un aspecto estudiadamente descuidado, informal, asilvestrado. También permiten crear pequeños jardines muy agradables, pero aunque no lo parezca a primera vista, el grado de dedicación que precisan es mayor que los modernos.
Los estilos paisajistas, en los que imperan las formas sinuosas, sOlo funcionan realmente bien en espacios grandes. Exigen mucha dedicación, pero resultan espectaculares.
PASO 4: DECIDIR LOS MATERIALES
Una vez decidido el estilo, hay que elegir los suelos de las zonas de estar, los pasos y los caminos. El grado de uso que se les dará es clave.
• Los enlosados, ya sea sobre solera o directamente sobre una cama de arena, son muy funcionales y cómodos. Si son sobre solera de hormigón habrá que tener muy claras la forma y las dimensiones, así como prever todos los pasos de agua y luz, ya que cualquier modificación posterior resulta muy complicada. La segunda opción es más sencilla y económica y permite que la hierba crezca entre las losas.
• Las tarimas de madera son cálidas, cómodas y limpias y no requieren tanto mantenimiento como puede parecer en principio, pero son bastante caras.
• Las gravas y gravillas (ver Verde es Vida nº 54, páginas 41-43), de muy fácil instalación, permiten hacer cambios sin grandes dificultades; son limpias, reducen la aparición de malas hierbas y ayudan a mantener la humedad del suelo. Ofrecen mucha flexibilidad para integrar la plantación. Para delimitarlas se suele recurrir a chapas metálicas o traviesas de madera. Si se trata de un camino largo o de una zona por la que se transitará mucho, unas losas de piedra sobre la grava facilitarán el paso.
• La corteza de pino también cubre bien la base de las plantas y mantiene la humedad, pero no es tan limpia como las gravillas, y hay que cambiarla cada tiempo.
• El jabre, muy utilizado en parques y paseos, es una mezcla de granito machacado y arcilla que se apisona hasta formar una superficie dura; su aspecto es el de la arena. Resulta fácil de barrer y cómodo para caminar, pero cuando está mojado se marcan las huellas.
• El césped no es recomendable como superficie para zonas de mucho paso, ya que sufre mucho con el pisoteo continuo; tampoco se aconseja en zonas de estar con mobiliario fijo, como mesas y sillas, porque entorpece el riego y hace la siega más difícil. Si planificas una pradera, plantea antes el riego por aspersión y adapta el tamaño de la pradera al radio de los difusores o aspersores para que necesite la menor cantidad de agua posible. Las zonas estrechas o irregulares propician el derroche de agua, además de encarecer considerablemente la instalación de riego. Si delimitas bien las áreas de césped con bordillos o traviesas que queden a ras del suelo, facilitarás mucho la siega ya que no tendrás que recortar los bordes.
• Las plantas tapizantes son una alternativa al césped, pero para zonas de poco pisoteo.
PASO 5: PLANIFICAR LA PLANTACIÓN
Es el último paso. Si tienes debilidad por una planta o grupo de plantas en concreto, búscales el lugar ideal para satisfacer sus necesidades de sol, luz y agua. Pero, en general, las plantas se deben considerar como piezas al servicio de todas las finalidades que quieres que cumpla el jardín.
• Ubicar los árboles. Calcula el tamaño definitivo, la forma que tendrán, la sombra que arrojarán en cada época y si esto se ajusta a lo que quieres; valora si una vez adultos quitarán demasiada luz a alguna habitación de la casa, o las consecuencias del desarrollo de sus raíces. Es mejor plantar un árbol de copa pequeña para dejarlo crecer libremente, que elegir uno cuyo crecimiento deberás controlar mediante la poda continua. Si no quieres ramas a ras del suelo, mejor un árbol de copa que uno piramidal al que podar las ramas bajas. Decide si los quieres perennes o caducos (tendrás trabajo en otoño).
• Elegir los arbustos. Contribuyen fuertemente a la estructura del jardín, ya que no solo forman pantallas y masas de distintos tamaños y densidades sino que aportan color a lo largo del año mediante sus hojas, flores y bayas. No te olvides de tener en cuenta el tamaño adulto de las plantas.
• Para las vallas puedes escoger entre setos formales, que deberás podar al menos dos veces al año; setos informales de arbustos iguales o diferentes, que se pueden integrar en el diseño; o trepadoras, que son las que menos espacio útil restan al jardín y en algunos casos pueden aportarte el aroma de sus flores.
• Al planificar la plantación, piensa que cada tipo de planta necesita un tipo de riego, factor muy importante del que dependerá el éxito del jardín. Cuando sepas qué árboles, arbustos, setos y demás plantas quieres, pide consejo en tu centro de jardinería, lo mismo que sobre la instalación de riego.
Fuente: verdeesvida.es